domingo, 7 de agosto de 2011

Calor penetrante hasta la médula.

Estaba allí desde el primer momento, en la adrenalina que circulaba por las venas de tus padres cuando hacían el amor para concebirte, y después en el fluido que tu madre bombeaba a tu pequeño corazón cuando todavía eras sólo un parásito.

Llegué a ti antes de que pudieras hablar, antes aún de que pudieras entender algo de lo que los otros hablaban. Estaba ya, cuando torpemente intentabas tus primeros pasos ante la mirada burlona y divertida de todos.

Cuando estabas desprotegido y expuesto, cuando eras vulnerable y necesitado. Aparecí en tu vida de la mano del pensamiento mágico, me acompañaban las supersticiones y los conjuros, los fetiches y los amuletos y las buenas formas, las costumbres y la tradición, tus maestros, tus hermanos y tus amigos.

Antes de que supieras que yo existía, yo dividí tu alma en un mundo de luz y uno de oscuridad. Un mundo de lo que está bien y otro de lo que no lo está. Yo te traje tus sentimientos de vergüenza, te mostré todo lo que hay en ti de defectuoso, de feo, de estúpido, de desagradable.

Yo te colgué la etiqueta de "diferente", cuando te dije por primera vez al oído que algo no andaba del todo bien contigo.

Existo desde antes de la conciencia, desde antes de la culpa, desde antes de la moralidad, desde los principios del tiempo, desde que Adán se avergonzó de su cuerpo al notar que estaba desnudo... y lo cubrió!

Soy el invitado no querido, el visitante no deseado, y sin embargo soy el primero en llegar y el último en irme.

Me he vuelto poderoso con el tiempo, escuchando los consejos de tus padres sobre cómo triunfar en la vida.

Observando los preceptos de tu religión, que te dicen qué hacer y qué no hacer para poder ser aceptado por Dios en su seno. Sufriendo las bromas crueles de tus compañeros de colegio, cuando se reían de tus dificultades. Soportando las humillaciones de tus superiores. Contemplando tu desgarbada imagen en el espejo y comparándola después con las de los "exitosos" que se muestran por televisión.

Y ahora, por fin, poderoso como soy y por el simple hecho de ser mujer, de ser negro, de ser judío, de ser homosexual, de ser oriental, de ser discapacitado, de ser alto, o gordo. Puedo transformarte en un trozo de basura, en escoria, en un chivo expiatorio, en el responsable universal, en un maldito bastardo desechable.

Generaciones y generaciones de hombre y mujeres me apoyan. No puedes librarte de mí. La pena que causo es tan insostenible que para soportarme, deberías pasarme a tus hijos, para que ellos me pasen a los suyos, por los siglos de los siglos.

Para ayudarte a ti y a tu descendencia, me disfrazaré de perfeccionismo, de altos ideales, de autocrítica, de patriotismo, de moralidad, de buenas costumbres, de autocontrol.

La pena que te causo es tan intensa que querrás negarme y para eso intentarás esconderme detrás de tus personajes, detrás de las drogas, detrás de tu lucha por el dinero, detrás de tus neurosis detrás de tu sexualidad indiscriminada.

Pero no importa lo que hagas, no importa adónde vayas, yo estaré allí siempre allí.

Porque viajo contigo día y noche sin descanso, sin límites.

Yo soy la causa principal de la dependencia, de la posesividad, del esfuerzo, de la inmoralidad, del miedo, de la violencia, del crimen, de la locura.

Yo te enseñé el miedo a ser rechazado, y condicioné tu existencia a ese miedo. De mí dependes para seguir siendo esa persona buscada, deseada, aplaudida, gentil, y agradable que hoy muestras a los otros.

De mí dependes porque yo soy el baúl en el que escondiste aquellas cosas más desagradables, más ridículas, menos deseables de ti mismo.

Gracias a mí, has aprendido a conformarte con lo que la vida te da, porque después de todo, cualquier cosa que vivas será siempre más de lo que crees que mereces.

¿Has adivinado?

Soy el sentimiento de rechazo que sientes por ti mismo.

SOY  EL SENTIMIENTO DE RECHAZO QUE SIENTES POR TI MISMO.

Recuerda nuestra historia.

Todo empezó aquel día gris en que dejaste de decir orgulloso:

¡YO SOY!

Y entre avergonzado y temeroso, bajaste la cabeza y cambiaste tus dichos y actitudes por un pensamiento:

YO DEBERÍA SER.

martes, 14 de junio de 2011

Estaciones.

De veras que siento
no darte la vida entera,
darte sólo esos momentos
¿por qué es tan dificil?...
vivir solo es eso...
vivir, solo es eso...
¿por qué es tan dificil?

miércoles, 18 de mayo de 2011

Y si...


Un tipo llama al médico de cabecera de la familia:
—Ricardo, soy yo: Julián.
—Ah, ¿qué dices, Julián?
—Mira, te llamo preocupado por María.
—Pero, ¿qué pasa?
—Se está quedando sorda.
—¿Cómo que se está quedando sorda?
—Si, viejo, necesito que la vengas a ver.
—Bueno, la sordera en general no es una cosa repentina ni aguda, así que el lunes tráemela al consultorio y la reviso.
—¿te parece esperar hasta el lunes?
—¿Cómo te diste cuenta de que no oye?
—Porque la llamo y no contesta.
—Mira, puede ser una pavadita como un tapón en la oreja. A ver, hagamos una cosa: vamos a detectar el nivel de la sordera de María: ¿dónde estás tú?
—En el dormitorio.
—Y ella ¿dónde está?
—En la cocina.
—Bueno, llámala desde ahí.
—MARIAAA... No, no escucha.
—Bueno, acércate a la puerta del dormitorio y grítale por el pasillo.
—MARIIIAAA... No, viejo, no hay caso.
—Espera, no te desesperes. Toma el teléfono inalámbrico y acércate por el pasillo llamándola para ver cuándo te escucha.
—MARIAA, MARIIAAA, MARIIIAAAA... No hay caso, doc.
Estoy parado en la puerta de la cocina y la veo, está de espaldas lavando los platos, pero no me escucha. MARIIIAAA... No hay caso.
—Acércate más.
El tipo entra en la cocina, se acerca a María, le pone una mano en el hombro y le grita en la oreja: ¡MARIIIAAAA!.La esposa furiosa se da vuelta y le dice:
—¿Qué quieres? ¡¿QUE QUIERES, QUE QUIEREEEES?!, ya me llamaste como diez veces y diez veces te contesté ¿QUÉ QUIERES?... Tú cada día estás más sordo, no sé por qué no consultas al médico de una vez...


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lunes, 2 de mayo de 2011

Lunes azul.


"Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma."

Luis García Montero.

jueves, 17 de marzo de 2011

Hacia Brujas en avión.

Eran las seis menos diez de un jueves 17 de marzo de 2011, yo caminaba totalmente desnudo hacia la cocina para tirar, en forma de servilleta,  los restos de pasión que minutos antes acabábamos de exhalar. Entré y salí como un gato que cruza la calle, de nuevo a la habitación retomé el pasillo que, al comienzo, se me antojaba cuesta abajo ya que volvía para enredar mis piernas con las suyas, pero nada más cruce el umbral del pasillo comenzó a girar la cerradura de la puerta de entrada.
Corrí despavorido e ingiriendo mis gritos de auxilio de nuevo garganta abajo, corrí incluso más que Carl Lewis en Los Ángeles allá por el 84; el pasillo se me hacía más largo, interminable y cuesta arriba a cada paso que daba, pero me perseguía el aliento y olor a sudor de la persona más peligrosa del mundo en ese momento, mi suegro.
Me metí dentro de la habitación como una avestruz mete la cabeza bajo tierra, una patética situación vista desde fuera, ya que a la avestruz se le ve el cuerpo entero pero a mí se me habían oído correr más que a una cabra por el monte, pezuña arriba pezuña abajo. Aunque pensándolo mejor es preferible eso a que me hubieran descubierto así en mitad de la cocina.
Fueron los momentos más tensos de mi vida, me vestí como si me hubieran violado, por el hecho de no cerrar casi las piernas debido a que casi me había cagado del miedo. Ella tenía una mezcla de risa y miedo provocado por el momento de salir de la habitación y enfrentarse a dos Goliats, salimos de la casa sin alzar la mirada más del zócalo de la pared, esbozando palabras y aparentando normalidad.
Salimos del ascensor, encendí la avioneta y emprendimos nuestro camino a Brujas. Seis horas después nos dimos cuenta de que no era para tanto aquella situación pero sí que lo sería si supiesen en todos los sitios de la casa en los que lo habíamos hecho, por desgracia de ellos.

Pereza – Lo Que Tengo Yo Adentro

martes, 22 de febrero de 2011

22/2/11 Una fecha matemática.


Matemática es la ecuación de malos resultados que tengo últimamente porque la dichosa "x" tiene soluciones infinitas parece ser, o será que siempre lo planteo mal y cada vez me sale una cosa peor que la anterior.

Pero sinceramente, no entiendo nada. Y sí, estoy muy gráfico hoy, a ver si eso me ayuda en algo. A ver si me impregno de algo del de "Una mente maravillosa" y consigo descifrar lo que debo de hacer. Aunque no sé si quiero llegar a ese estado para solucionarlo. Pero solución he de ponerle. La cosa va de puntos y seguido hoy. Puntos que hay que leer y poner en orden, o desordenar y dejarse llevar. Yo que sé!






Llevo dos días intentando diluir un terrón de azúcar que no para de empaparse de café frío y no hay manera de deshacerlo en el barroso liquido. Con lo fácil que sería coger el microondas y creer lo que dice el manual de instrucciones, que parece que necesitemos uno los humanos también. Y creer lo que se dice en las hojas del folleto, del folleto que está impreso en mi cara. De lo que digo y dejo de decir, de lo que intento explicar, explicarme yo que sé!



Y yo que sé! necesito pegar un par de pelotazos contra una pared y sacar adrenalina. Pensar más frío como el dichoso café. No sé que hacer. No lo sé.



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lunes, 14 de febrero de 2011

Reflexiones a medianoche


- "Gran parte de lo mejor que tenemos reside en nuestro amor a la familia, esto es la medida de nuestra estabilidad porque mide nuestro sentido de la lealtad." (Haniel Long)



Y ya está...



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domingo, 6 de febrero de 2011

Comienzo de una historia.


Todavía recuerdo como empezó todo. Estaba allí, en Francia allá por el año 1345, anclada en el Sena, silueta ultramarina y serpenteante -reflejo del cielo en la tierra- en su corazón, en la pequeña isla de Cité encontré la mayor catedral gótica parisina, Notre Dame.  Rodeada de enormes jardines se destapa la fachada principal por la que se encaraman hasta el cielo dos imperantes torres dando cobijo al trío de portones de la catedral. Girando la esquina se alarga su cuerpo dejando ver las naves norte, sur, principal y dejando las capillas absidiales al fondo. Pero, entre tanta majestuosidad y generosas fachadas labradas a base innumerables horas de pico y escarpe solo resplandecía una pequeña figura redonda - parfaite et eblouissant - el pequeño rosetón destacando entre aquella masa de piedra y crucifijos. Minúsculo pero avasallante.

Era inevitable que no me fijara en él, me absorbía la mirada, la mente e incluso me pareció notar como parte de mí se difuminase con aquella luz resplandeciente entre la neblina de aquel oscuro y angosto París. Pero no era el caleidoscopio de la catedral lo que captaba mi atención, sino el juego de luces y colores que mezclaba tonos morados y verdes turquesa resultando un azul tan penetrante como la mirada que ofrecía aquella boca de luz. Era como si una aurora boreal se hubiera apoderado por un segundo de la catedral, tal era el estallido de sensaciones que emanó el conjunto de cristales sobre la fachada de la catedral que el resto de la ciudad y el propio río se perdieron en la sombra del olvido de un joven que había sido testigo por casualidad del momento más importante de su vida, tan obnubilado se quedó por la imagen que no pudo imaginar la repercusión que ello iba a tener hasta muchos años después. Él solo la había visto pero ella ya le poseía.


Lo cierto es que yo llevaba un par de siglos labrado en el mundo hasta ese día. Pero no, yo no estaba en París aquella mañana, puede que de alguna manera sí que estuviera pero no de mente, que se ubicaba unos cientos de kilómetros al este, 848 kilómetros exactamente, en el  norte de Italia, Milán -maledetto incompetente, pensé siglos más tarde-. En el Duomo de Milán, entre una millonada de toneladas de piedra viva, pasillos y salones decorados por columnas y capiteles con motivos románicos, techos elevados hasta la treintena de metros, cuadros de épicas batallas colgando del cielo interior y figuras valiosísimos sobre la antigua mitología griega y romana. La cara al público no se mostraba menos elaborada que el interior; los escarpados chapiteles que nada tenían que envidiar al mismísimo Etna, mientras que las cristaleras dejaban pasar el Sol de la toscana y llenaba de vida el centro urbanístico de la propia ciudad. Este era yo, mi mente correteaba jugueteando por los pasillos de la Santa Casa del Signore, encontrando pasadizos secretos y atajos para todos los obstáculos que encontrase. Pero mi cuerpo estaba preso de mi propia mente, de lo que yo no era consciente todavía. 

Me pasaba los años mirando a la gente desde arriba creyéndome algo que nunca fui en esencia, solo había que observarme un poco nada más -Un misero statua di pietra- algo germinaba en mi interior; aquel haz de luz parisino no había sucedido en vano gritaba mi estómago, hasta que un fatídico día un siglo después -1453- el Imperio Bizantino y con él  Constantinopla cayeron, por lo que quedaba del Imperio Romano de Oriente murió arrastrado por una vorágine de incontrolables desdichas.

lunes, 17 de enero de 2011

Cuatro estaciones en un solo segundo.

Se nos acaba el día y es demasiado importante como para no dejar constancia de ello. Tanto hoy como ayer han sido de vital importancia y el adjetivo es bien merecido.

Después de un duro día de trabajo, después de un tren de emociones y pensamientos tan dispares como tú y como yo, acabamos enredados el uno en el pelo del otro y dándonoslo todo.


domingo, 2 de enero de 2011

Hola 2011.

Por eso eres sin fin, recógeme como si fueras
toda solemnidad, toda nocturna
como una zona, hasta que te confundas
con las líneas del tiempo.
Avanza en la dulzura,
ven a mi lado hasta que las digitales
hojas de los violines
hayan callado.

Pablo Neruda.






 Tú solo vente con lo puesto y yo me llevaré un alma de trapo, de papel.